6.11.16

Táboa Redonda: o rezo

Me dice mi padre (soy de una generación que ya no lo sabe) que a este Rosario de la noche se le llamó toda la vida o rezo.
 
O rezo, con sus limitaciones y sus cargas, y con su utilidad, algo así como el consuelo de una comunidad, supongo.
 
Lo demás, una mirada al fondo de los sentimientos, con cuidado de no caer en el abismo.
 
 

 

Se rezará el Rosario


"Creo que era la primera vez que asistía al rezo completo del Rosario. Como es costumbre, poco antes de las diez de la noche empezó a llegar gente de todas las aldeas de alrededor, y el pequeño tanatorio se fue llenando de ropa oscura, de caras serias y manos encallecidas, que decía Cabanillas, Ramón, y las ventanas se fueron empañando.

Comienza la oración. Se repiten padrenuestros y avemarías en un murmullo monótono e ininteligible. Se recitan mecánicamente las letanías a un ritmo que se va acelerando hasta llegar a resultar mareante. Es imposible no pensar en los estudiantes que en las madrasas se mecen adelante y atrás repitiendo versículos del Corán. Me acuerdo de una escena en un templo de no sé qué película de Indiana Jones; sólo falta que alguien comience a bailar espasmódicamente en el centro o traigan a rastras a una mujer gritando y debatiéndose por soltarse. Pero las miradas no pasan de huidizas; alguna hosca, quizá: demasiado individualistas para el fanatismo. El rezo se acaba y los vecinos se van marchando. Al rato, el hermano del difunto pregunta quién está, quién se ha ido y quién se ha quedado: lleva la cuenta, la ha llevado todo el día y la llevará toda la noche.

Ya en casa. Algo bueno habrá hecho un hombre para que sus nietos lloren así por él. Pensé, al verlos, que ojalá a mí me pasase lo mismo dentro de muchos años. Ese cariño en su familia hizo que hubiera algo bueno aquel día.

La viuda había llorado a un hijo. Ya había llorado todo lo que se puede llorar. Y cada muerte no hacía más que recordarle la otra.

No sé, ni quiero saber, cómo será la realidad, pero el otro día me di cuenta de que, en las películas, cada vez que alguien se enfrenta a la muerte de un hijo, cuando lo abraza, cuando comienza la locura del dolor, lo evoca de pequeño. Da igual la edad: mi niño, mi pequeña… Imagino que sí, que nuestros hijos no dejan de ser nunca, para nosotros, aquellos que tuvimos en brazos. Lo contrario, en mi caso, también es verdad: mis padres, mis abuelos, siguen en parte siendo los de mi infancia, los de mi niñez, cuando lo eran todo.

Les contaba cuentos. A los nietos, les contaba cuentos por las noches."
 
* * *
 
  

1 comentario:

  1. Diario El Progreso de LUGO,domingo 06-11-2016 dominical Táboa Redonda.
    “Me dice mi padre (soy de una generación que ya no lo sabe) que a este Rosario de la noche se le llamó toda la vida o rezo.

    Creo que era la primera vez que asistía al rezo completo del Rosario. “
    Pues, verá Ud. desde mis casi 70 -creo ser más anciano y viejo que su padre- puedo citar mi experiencia ligada a la vida de mí abuela:
    Mi abuela asistía a esa devoción a diario, y reclamaba mi presencia a su lado, y como único nieto y sin relevo no podía escabullirme. Todas las tardes asistía en la iglesia del Carmen, a veces precedida de la Santa Misa. El párroco que la oficiaba: D. José, años después en el cambio de parroquia, se vino a la de San Rosendo y mi abuela redobló su fervor, devoción y mi acompañamiento al ser nuestra parroquia…

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